Por Óscar Molero
“Es muy cómodo subirse al carro cuando va sobre ruedas”. Emprender, además de fascinante es acojonante. No por el miedo que pueda ocasionar el esfuerzo de enfrentarse al inicio de nuevos proyectos, sino por lo que se puede llegar a aprender mientras surcas los mares con bribones de abordo y grumetes que tienen la encubierta misión, y el innato oficio, de hacer perder la ilusión a los emprendedores. Las dificultades ponen a prueba y a cada uno en su lugar cuando se superan o se declinan, pero durante el mientras, todo parece natural y hasta bueno, bonito y para rato.
El recorrido de un emprendedor y un buen proyecto, está lleno de máscaras, patas cojas y labios que cubren colmillos con caries. De lobos con babas que callan otorgando su descaro cuando les hacen la cobra ante el beso de la víbora. Está claro que el lobo se viste de seda pero mono se queda cuando se es capaz de desenmascararle y plantarle cara ante su despropósito. La palabra ayuda está pervertida por el interés de sumar en la casilla del mérito propio y del hacer ver que siempre has sido escudado y no entorpecido por él mismo.
Hay quien se dedica a animar con énfasis a los emprendedores y a la vez ordenar que se les desinfle soplándoles a contracorriente las velas de su rumbo levándoles las alas hacia la deriva del desgaste y pinchando las aspiraciones de cualquier forajido emprendedor que pudiera ocasionar alguna modificación en los monopolios que literalmente están más que asentados en el indiscreto montaje socio-político que nos rodea, atrapa y manipula. Nunca es fácil lo difícil pero tampoco imposible. ¡Ánimo emprendedores!, no dejéis que los palos en las ruedas de los puros y acomodados sillones, os hagan bajar del sillín de vuestro pedalear. Tenemos mucho que recorrer y lucha que agotar. 
