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El mito de Sísifo

   roca sisifo

 

   << Los dioses condenaron a Sísifo a empujar eternamente una roca hasta lo alto de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con cierta razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.>>[1]

            Albert Camus vio en Sísifo la entera condición humana. Mi propósito en esta breve exposición es mostrar, a partir de la comprensión de las líneas fundamentales del pensamiento de Camus, de qué está hecha la roca de Sísifo, cómo podemos interpretarla, y para ello me basaré en el ficcionalismo formulado por Nietzsche ayudándome de un texto representativo de su pensamiento,  Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula[2].

            Muchos han hablado de Albert Camus como un literato y pensador existencialista, algo con lo que él nunca estuvo de acuerdo aunque mantuvo una gran relación con pensadores como Jean Paul Sartre o Martin Heidegger. Su filosofía parte también de la existencia como tema central pero tanto su análisis como sus conclusiones se alejan bastante de los de Kierkegaard, Jaspers, los fenomenólogos, etc. Si tuviésemos que definir el pensamiento de Camus en una palabra habría que pensarlo como absurdismo, pero esto no es su punto de partida sino su punto de llegada. La existencia humana no es absurda, lo absurdo no es una condición ontológica del hombre sino epistemológica, es decir, que lo absurdo es la relación que el hombre mantiene con el mundo en su necesidad de comprenderlo. El hombre es un ser solitario que nace en un mundo que desconoce y que no entiende pero necesita comprenderlo para poder vivir en él y para comprenderse a sí mismo. Pero existe una barrera que no puede superar y ésta es la opacidad del mundo. Lo absurdo es un equilibrio entre la razón que intenta explicar y la irracionalidad del mundo que hace imposible la explicación. Éste siempre se muestra como algo inabarcable, demasiado vasto para la capacidad que el hombre tiene de conocer. Todo lo que el hombre puede hacer es construir distintas formas de acercamiento y conocimiento de una realidad ajena a él, debe construir ficciones, discursos que intentan explicar el mundo y que se manifiestan en las distintas formas de religión, ciencia, arte y filosofía. Desde la antigua Grecia el hombre occidental ha construido diversos sistemas o “castillos” del saber y con ellos ha creído encontrar la verdad o, al menos, un método para hallarla y para ordenar el mundo. Pero siempre ha aparecido un elemento de oposición, una contradicción a la que el sistema de saber no podía hacer frente, algo que hacía que el castillo se derrumbase por su propio peso. Y esto ocurrió a lo largo de toda la historia. La razón suplantó al mito en la antigüedad en su ambición por explicar el cosmos y sus orígenes. Después la propia razón creó discursos que la contradecían consigo misma y mostraban su incapacidad para explicar el universo y la vida. Y, al final, todos los sistemas de saber cayeron por su propio peso.

En la destrucción de todos estos sistemas representó un papel fundamental el pensamiento de Friedrich Nietzsche (1844-1900), del que incluso se podría afirmar que marcó un antes y un después en la historia del pensamiento occidental. En Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula Nietzsche nos habla de la historia de la filosofía occidental desde Platón. El problema fundamental, lo que él clasifica como la “historia de un error” es el hecho de que desde Platón se diferenciase entre dos mundos, el mundo verdadero de las ideas y el mundo sensible de las apariencias. En el primer punto de este texto Nietzsche habla de cómo el mundo verdadero, el que está detrás de las apariencias, es algo inteligible, que sólo se puede contemplar desde un punto de vista intelectual. Después, con el cristianismo, este mundo verdadero queda como algo <<prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso (al pecador que hace penitencia)>>[3] y se aleja así de la vida cotidiana de los hombres, se hace el ansiado “reino de los cielos”. En el tercer punto, sin mencionarlo, habla de Kant y de su concepción de este “reino de los cielos” (desde otras perspectivas Dios o el sentido de la existencia humana) como un fin moral del hombre, aquello a lo que el hombre llegará después de tener una existencia virtuosa basada en la moral, una moral no ya tan cristiana sino más autónoma.

El gran error del que habla Nietzsche es el hecho de que la filosofía occidental haya creado, mediante la razón y el lenguaje, un mundo verdadero que está más allá del mundo de la vida[4], del mundo cotidiano en el que vivimos todos los días. Dicho en otras palabras, haber creado una ficción mediante el lenguaje y haber creído que esa ficción era la verdad (en esto consistía el nihilismo). He aquí una de las claves de pensamiento nietzscheano que nos permitirá comprender de qué puede estar hecha la roca de Sísifo, y ésta es la concepción que el alemán tiene del lenguaje.

Nietzsche tiene una concepción del lenguaje que toma de la antigua concepción de la retórica que tenían los griegos. El lenguaje es un poder que tiene el ser humano y del que carecen el resto de seres, un conjunto de figuras, expresiones que manifiestan cómo afecta el mundo al sujeto. Todo lenguaje es figurado y todo discurso es retórico porque las palabras no son signos sino metáforas. El estilo artístico a la hora de hablar no engaña porque reconoce su carácter figurado, afirma “ficcionar” la realidad,  al contrario que el estilo “dogmático”, que niega tal ficción pero la lleva a cabo igualmente.

De esta forma se invierten los valores de “creer y “saber”. Para Nietzsche lo más primario del hombre, su núcleo vital, es el instinto. Razón y saber son algo derivado de un instinto que genera creencias como primer momento del conocimiento, fabulaciones e interpretaciones de la realidad: creemos que la realidad es tal y como nos la figuramos a través del lenguaje. Las figuras son la esencia del lenguaje y éste es una fuerza que no pretende instruir sino expresar, es una doxa (no episteme) que tiene que ver con las sensaciones que generan las cosas en los individuos. Y esto engendra creencias, no esencias ni conocimientos.

En definitiva el hombre, mediante el lenguaje, tiene la capacidad de crear ficciones que expresan sus creencias sobre el mundo pero estas ficciones no tienen por qué corresponderse con el mundo en sí o con la realidad, que son cosas que el hombre no puede abarcar ni concebir desde el punto de vista de un observador externo. Volviendo a Camus esto revela lo absurdo en la existencia humana. La razón surge del instinto que empuja al hombre a intentar entender el mundo, y es su gran arma, pero después de las evidencias se muestra absolutamente incapaz de comprenderlo. Es en este punto donde hace una crítica feroz a Chestov, Kierkegaard, Husserl y los existencialistas afirmando que cada uno de ellos, de forma distinta, da un salto hacia distintas formas de trascendencia que le hace superar la nostalgia de unidad. El hombre absurdo también siente esa nostalgia de unidad, esa necesidad de encontrarse con el todo para encontrar así su lugar, pero no está dispuesto a saltar más allá de lo que sabe o tiene por evidente. << Existe un hecho evidente que parece enteramente moral: un hombre es siempre presa de sus verdades. Una vez reconocidas, sería incapaz de desprenderse de ellas. No hay más remedio que pagar. Un hombre que cobra conciencia de lo absurdo queda ligado para siempre a él[5]>>.

Este hombre que cobra conciencia de lo absurdo es Sísifo cuando baja de la montaña, el Sísifo sonriente del que habla Camus en la última parte de su ensayo. Sabe en qué consiste su tortura, sabe que no recuperará esa unidad originaria y acepta su destino sin juzgarlo. Ama la vida, ésta y no otra porque no conoce otra[6]. El ser humano fue condenado a pasar toda la eternidad subiendo una gran roca a sus espaldas hasta la cima de una montaña. Mi propuesta es interpretar la roca de Sísifo como una roca hecha de ficciones. Estas ficciones son los distintos tipos de discurso, ya sean filosóficos, científicos, artísticos o religiosos. Es aquí donde propongo insertar el texto de Nietzsche como un ejemplo paradigmático de cómo se crean estas ficciones para entender de qué está hecha la roca de Sísifo. El hombre necesita construir estas ficciones para entender el mundo y responder a la pregunta “Quién soy”. La construcción de estos discursos representa el ascenso de Sísifo por la ladera de la montaña. A punto de acabar el “castillo”, a punto de cerrar el círculo y responder definitivamente a sus preguntas, aparece ese elemento de contradicción que derriba el castillo e impide cerrar el círculo. La cima de la montaña es el territorio del abismo, cuando Sísifo intenta encajar la roca y dejarla allí para siempre, la montaña escupe su roca y la manda al fondo del valle, la cima no es plana, es demasiado arisca como para que la roca de Sísifo quepa en ella. Ante esto sólo hay tres soluciones posibles: el salto hacia una trascendencia desconocida que nos devuelva el regocijo y la sensación de unidad; la desesperación absoluta; o la aceptación de que es necesario bajar de nuevo al valle para volver a cargar con la roca. Sísifo, el héroe absurdo, ha aceptado su destino, ha aceptado que no podrá responder a la pregunta “Quién soy” porque muy posiblemente esta respuesta no exista, y ha aceptado que tiene que vivir con esta pregunta sin respuesta tatuada en su pecho. Por eso sonríe en el descenso, está solo pero ha aceptado el desafío de vivir en un mundo sin seguridades y es plenamente consciente de ello. <<Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde, conoce toda la amplitud de su miserable condición: en ella piensa durante el descenso. La clarividencia que debía ser su tormento consuma al mismo tiempo su victoria[7]>>. Sólo hay una certeza: la muerte que a todos nos llegará algún día. Sólo hay un escenario: este mundo en el que vivimos todos los días. Las armas, el instinto y la razón. El objetivo, ser felices en este mundo y no en otro que esté más allá y que no conocemos. En la conciencia de su trágico destino y de su lucha absurda Sísifo, el hombre, afirma su grandeza. Por eso hay que imaginarse a Sísifo feliz.

<<¡Dejo a Sísifo al pie de la montaña! Uno siempre recupera su fardo. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. También él juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin dueño no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esa piedra, cada fragmento mineral de esa montaña llena de noche, forma por sí solo un mundo. La lucha por llegar a las cumbres basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo feliz[8]>>.

 

Marcos Yáñez es escritor y miembro de la RIET

…………

[1] Camus, Albert: El mito de Sísifo. (1942). Pág. 155. Alianza editorial. Traducción de Esther Benítez. Madrid. 2006.

[2] Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula. En Nietzsche, Friedrich: Crepúsculo de los ídolos. Págs. 57-58. Alianza editorial. Traducción de Andrés Sánchez Pascual. Madrid. 2004.

[3] Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula. En Nietzsche, Friedrich: Crepúsculo de los ídolos. Pág. 57. Alianza editorial. Traducción de Andrés Sánchez Pascual. Madrid. 2004.

[4] Es precisamente después de Nietzsche cuando “el mundo de la vida” se vuelve un problema fundamental de la filosofía a principios del s. XX con autores como Husserl, Bergson o Simmel.

[5] Camus, 1942. Pág. 47.

[6] Esto está perfectamente ejemplificado en el personaje de Mersault, protagonista de El extranjero.

[7] Camus. 1942. Pág. 158.

[8] Ibid. Pág. 160.

¿Quién me extrañará?

 
niebla
Noche de luna en cuarto menguante o creciente, no es determinante para lo que va a suceder en la ciudad.
Se escuchó una melodía capaz de encantar a todo el que tuviera la fortuna de disfrutarla. En ese instante iba caminando Armando Navarro, un ser que vivía solo, triste y amargado; siempre pelando con todos. Desvió su camino para seguir la sublime melodía, cuando de repente sintió un frío que le helaba las venas, se paralizó del miedo al ver algo que no podía creer.
         Era una niebla espesa, oscura con silueta de mujer y de pantera. Una figura extraña…inspiraba temor y eso que él no había experimentado el miedo…hasta el momento cuando la niebla le habló:
—    Armando te estaba esperando, tardaste mucho en oír mi llamado.
—    ¿Quién o qué eres? ¿Por qué me esperabas a mí?
—    Me alimento de almas solitarias, tristes y deprimidas. Soy etérea y tu alma es muy apetecible.
—    ¡No quiero morir! por favor dime: ¿qué puedo hacer? replica Armando  en tono de súplica.
—    No puedes hacer nada, tuviste una vida para cambiar y te negaste. No te preocupes nadie te extrañará.

Relato publicado en https://palabrassuenosehistorias.blogspot.com de , de la RIED

Ni turismo ni sostenible

 

turismo

Las palabras, esas que inventamos y nos inventaron, también inventan la realidad y, demasiadas veces, hasta la traicionan. Mantengo, desde hace decenios, que tanto o más grave que cualquiera de las otras crisis es la de los sentidos de lo dicho y escrito. El monumental cansancio que la palabras tienen de que tantos las conviertan no ya en mentiras sino en sus absolutos contrarios. El lenguaje se ha convertido en mimético, esconde mucho más que revela o aclara. Precisamente por eso casi todo está en peligro porque la comprensión ya es tan escasa como la transparencia. Imposibles, por cierto, la una sin la otra.

Necesitaba este preámbulo porque arrecian toda suerte de encuentros, a todos los niveles, sobre el más que mal llamado turismo sostenible. Es más, parece como si toda iniciativa del mundo natural y rural debiera pasar por su exhibición ante los lisiados ojos de los que casi nunca miran a un horizonte.

Pues bien. TURISMO es palabra que debe reservarse para lo que realmente define: el amontonamiento de personas en ciertos lugares donde se sigue viviendo embadurnados de ruido, lelas velocidades y demasiada compañía. El turismo es que 11.000 aviones, como mínimo, estén constantemente en el aire. O que más de mil millones de personas colecciones visitas triviales y fugaces para incrementar el más que falso prestigio de haber estado allí. Sin olvidar, claro, que cuando menos, el turista triplica el impacto ambiental en todos sus frentes, es decir gasto de agua, energía, territorio y generación de residuos. Desencuentros en suma con el paisaje que les acoge. Al otro lado queda el viajar con sentido, es decir encontrarse con lo diferente, enriquecerse con lo demás sin robarle absolutamente nada.
SOSTENIBLE es palabra que dice y escribe la historia de una derrota, del más flagrante expolio de su propio sentido. Porque no conviene olvidar que se ha usado diez veces más para camuflar acciones y proyectos destructores que acrecentadores. Si es turismo resulta del todo imposible que sea sostenible. Propongo que se queden del todo con la prostituida palabra y fundar otros términos que sean más veraces, aunque solo sea por no desgastados por la codicia.
Los que lean este blog llevan años comprobando que siempre lo despido con la palabra ATALANTAR, que quiere decir, entre otras cosas, CUIDAR.
Las propuestas de uso y disfrute del derredor sin daño no dejan de ser formas de conducta respetuosa, atalantadora, pues. Pero no solo de la Natura o la Cultura Rural, también de nosotros mismos. Poco, o nada, cuida tanto de uno mismo como cuidar de los y de lo demás. Encontrarse con el lado acrecentador de la vida y de lo humano durante las vacaciones acaso merecería fundar la palabra ATALANTISMO para minimizar los daños que provoca la peligrosa mentira que encierra eso del turismo sostenible.

Joaquín Araújo

Naturalista y escritor

 

Oda al tigre

 

jaguar poema riet

 

 

 

 

Oh Jaguar

eres mágico

silencioso,

mítico,

por eso

las etnias primigenias

siempre te han venerado,

eres un Dios para ellas.

Sos extremadamente ágil

apareces y desapareces

como por encanto,

-fuerte-

como un huracán,

cuando ruges

los animales de la selva se crispan,

es oír tronar

con rayos y centellas;

pero cuando ronroneas

eres dulce,cariñoso

y te encanta jugar

con las sombras,

con ramillas y guijarros,

pero más con la luna,

cuando es media noche

en noche de Luna llena

y tienes sed,

vas a tu poza preferida

la ves rielando

ondulante y juguetona

serena y brillante,

y sigues jugando y jugando,

porque guardas

en tu corazón

el encanto

de tus cachorros.

Cuando matas

matas por hambre

para tí y para tu progenie mimada,

no por vicio y degradación …

lo haces como un sagrado acto

de natural sobrevivencia.

Tus ojos

tus bellísimos ojos

son fulgurantes,

profundos

hipnotizantes.

Y a veces

desde lo más recóndito

de tus genes ancestrales,

te transformas en Pantera,

y hasta la noche

se inclina ante tí.

 

        Luis J.Poveda De Álvarez es escritor y miembro de la RIET

 

 

Matices y matices

mar

 

Matizar es, según el diccionario, “Graduar con delicadeza sonidos o expresiones conceptuales”; “Juntar, casar con hermosa proporción diversos colores, de suerte que sean agradables a la vista” y “Dar a un color determinado matiz”. Los subrayados son míos porque desde Mediterrània, nos podríamos pasar el día desmatizando temas que llegan a la ciudadanía con delicadeza, agradables a la vista y de una forma determinada aunque, bajo esas capas de colores, sigan igual de áridos y poco agradables a la vista.

Mediterrània no dice, entre uno de tantos ejemplos, “distribución espaciotemporal optimizable en la atención asistencial”, sino “listas de espera y colas en la sanidad pública”. Lo que viene siendo lo de llamar las cosas por su nombre de toda la vida.

Así que, sin matiz alguno, Mediterrània lleva décadas trabajando para mejorar el Camp de Tarragona con especial atención al medio ambiente y los valores sociales, con la ilusión de que personas e instituciones dejen de lado partidismo e intereses personales y apuesten por proyectos de ciudad, del Camp de Tarragona y por el bien común.

A pesar de una larga trayectoria, al ser independientes, seguimos siendo una ONG modesta, con los recursos propios de una entidad sin ánimo de lucro, con nuestras virtudes y nuestros fallos, sujeta a la mirada pública, pero sobre todo, a la nuestra, a la de actuar con la conciencia tranquila de querer un Camp de Tarragona mejor.

Si se buscan matices, se encuentran…o no.

 

¿Qué matices tiene morir ahogado en el Mediterráneo por huir del horror, del fanatismo, la pobreza o sufrir una vida agónica en tu país? ¿Qué matices tiene cerrar los ojos ante esta tragedia humana se desarrolla ante nuestros ojos en el tiempo real de las televisiones y de los medios digitales?

Entre los blancos y los negros, está el gris. Pero sí solo nos movemos en la franja de los grises, en los matices de los grises, acabaremos siendo grises nosotros también. El color de la contaminación, sin colorido ni vida.

Hay veces en que hay que decidirse entre el blanco o el negro, posicionarse de forma clara, mostrar compromiso en vez de querer quedar bien con todo el mundo con delicadeza y de forma agradable a la vista.

Nos guste o no, la realidad que vivimos es la nuestra y desde Mare Terra Fundació Mediterrània, en vez de maquillar preferimos abordar la crudeza de frente con la denuncia pública, la concienciación y el compromiso.

Matices para ponerse en la piel de otros y entender su mirada, sí. Matices para seguir confundidos con lo gris, desapercibidos en zona segura, nunca.

Y entre matices y matices,  seguiremos hablando claro. Lo que viene siendo desmatizando de toda la vida.

Ángel Juárez. Presidente de Mare Terra Fundació Mediterrània