50 años después de un discurso memorable frente a la estatua de Abraham Lincoln, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dispuso a honrar a un hombre que se atrevió a soñar en voz alta ante 250.000 personas: Martin Luther King.
Desde exactamente el mismo lugar en la explanada de Washington y también en un miércoles -aunque esta vez bajo la lluvia y con mucha menor afluencia de público- el mandatario recordó las palabras del reverendo que, en medio de un clima lleno de dificultades, apostó por un futuro donde no reinaran las divisiones raciales.