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Manuel de Medio: ‘Heridas’

manueldemedio

Manuel de Medio es periodista y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). El artículo que os presentamos hoy (que fue publicado originalmente en el blog del autor ‘Cartas para Nacho‘) se titula ‘Heridas’ y es una reflexión sobre el pasar de los años, el hacerse viejo con todo lo que ello conlleva, parando una especial atención a esas heridas que ya están cicatrizadas (¿o quizás no lo están?).

‘Heridas’

A los cincuenta años de vida, cuando los vas a cumplir, no entras en crisis. A estas alturas no te planteas nada. Las respuestas que encontraste te sirven para ir tirando. Si lo hiciste, es porque en ese momento era la decisión más correcta. O al menos la que creías más idónea. Eso se llama perdonarse.

Cuando llegas a esta cifra lo que te dan ganas es de ir cerrando heridas, perdón, quise decir etapas.

Quiero decir cicatrices que perduran en tu más íntimo ser. Posiblemente sólo la sufres tú. Nadie más. Seguramente, como éstas siempre son historias de dos, la otra persona ya lo olvidó. Ya lo relegó. Tú no es que no vivas por ello. No es que no te permita disfrutar de lo que tienes. No, no es eso. Simplemente es que de vez en cuando, te sobrevuela, te toca y te borra la sonrisa. Entonces, apagas el teléfono, cierras la ventana y te pones a escuchar aquella vieja canción que te sirvió de himno. Otro lo llamaría: “la vida es lo que te sucede cuando planeas otra cosa”.

Vas creciendo, quiero decir cumpliendo años, y en tu mochila sigues acumulando vivencias, experiencias, aciertos y errores. Las vas cargando e intentas disfrutar con ello. Eres feliz. O algo que se le parece. Miras de soslayo algún manual de autoayuda, lees a los clásicos, a los contemporáneos y hasta a los modernos. Analizas los diálogos de aquella película en blanco y negro de cine clásico, aquella obra maestra imprescindible. “Sí, todo correcto, soy feliz”

Sin embargo, una noche de fin de semana, en plena madrugada, algo o alguien te despierta. Todo está en paz. Tu pareja duerme plácidamente a tu lado. El perro, a los pies de la cama. Silencio y oscuridad. Calma. Tú eres el que no lo está. Mil vueltas intentando reconciliar el sueño. Te revuelves en tu sitio pero con cuidado para no molestar.

Varias horas después te rindes y te levantas. En el sofá te pones a ver vídeos tontos en “Youtube”. Miles de gentes haciendo cosas estúpidas. Centenares de canciones olvidadas. Ofertas de programas de televisión de otras edades. Y allí encuentras la respuesta. Se te cuela unos cortes editados de una serie necia hecha para los adolescentes de la que renegaste en su día debido a tu intelectualidad. Pero allí tienes la pista. Eso es lo que te falta. Por eso luchaste. Ese era el objetivo de tu revolución. La persona que te cambió. La que te ayudó a dar el paso. Lamentablemente esa persona ya no existe, se fue con su tiempo, con sus experiencias, con sus vivencias. Esa persona ya no es la de hoy. Tú tampoco. Sin embargo, la herida es la misma.

Manuel de Medio