Sentado a orillas de la Cordillera del Bálsamo, contemplo al imponente Boquerón, a cuyos pies descansa mi amada ciudad de Santa Tecla, una suave brisa acaricia mi rostro, el vuelo del águila irrumpe el silencio de la tarde, aflorando recuerdos de una lejana infancia.
Cómo olvidar sus empedradas calles, anden de lajas en tiempo de invierno luciendo bellos colores, calles de tierra en las que niños juegan alegremente. Una carreta jalada por bueyes de la finca San Rafael irrumpe por sus avenidas, peques saborean generosos frutos del campo a cambio de una correría del centinela del lugar. Leer más →