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Luis Eduardo Vivero: ‘Ida y vuelta’

vivero

Luis Eduardo Vivero es un escritor chileno especializado en literatura infantil y cuentos para adultos. También es miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). De tanto en tanto actualiza su blog (que podéis consultar aquí), en el que escribe sobre temas de diversa índole. Hoy publicamos ‘Ida y vuelta’, un cuento infantil muy breve que gustará tanto a jóvenes como adultos.

‘Ida y vuelta’

Cierta tarde Daniel iba llegando a dar una clase luego de un viaje acalorado y oloroso en un bus atestado de gente. Entonces sacó una pastilla de menta y se la echó a la boca. Como ya habían varios niños en la sala, les ofreció una a cada uno y todos aceptaron, inclusive Martina, una niña que se veía muy seria y tímida.

– Qué bueno que te gustó la pastilla de menta, Martina, porque se me había caído al suelo – dijo Daniel.

Martina abrió los ojos tanto como pudo y quedó con una expresión de suspenso.

– La buena noticia es que estaba chupada y quedó limpiecita – agregó Daniel.

Martina se rió nerviosamente y consideró botar la pastilla, pero no lo hizo. Solo dijo algo muy breve: ¿qué?

– Bueno, en realidad no la chupé yo, lo hizo Bobi, un perro que vive en el mercado. Lo único malo es que justo antes de eso estuvo comiendo pescado. Pero no te preocupes porque tiene todas las vacunas al día e incluso está desparasitado.

– ¡Qué asco, profesor! ¿Si había que el perro la había chupado para qué me la dio? – preguntó la niña muy molesta.

Cuando Martina estaba a punto de sacarse la pastilla de la boca, Daniel dijo:

– Nah, no te preocupes, ¡es solo una broma!

Entonces todos los niños se echaron a reír y Martina continuó dándole vueltas en la boca a la pastilla de menta.

Daniel estaba transpirando como loco y pensó en voz alta lo siguiente:

– Ojalá tuviera una botella de agua para refrescarme. ¡Ya no aguanto este calor infernal!

– Aquí tengo una, profesor, le convido si quiere – ofreció Martina muy amablemente.

– ¡Muchas gracias Martina! – dijo entusiasmado el profesor.

Entonces Daniel tomó un largo sorbo de agua, luego se echó un poco en la cara, cabeza y brazos, demostrando un agrado y frescura enormes. Eso hasta que Martina dijo lo siguiente:

– Qué bueno que le haya gustado profesor, porque mi hermano menor le echó saliva a la botella…

– ¿Qué? – preguntó Daniel con preocupación.

Esta vez fue Daniel quien abrió los ojos tanto como pudo.

– Bueno, en realidad no fue tan así. Lo que sucede es que sin darme cuenta, mi hermanito estaba haciendo gárgaras con el agua y devolviéndola a la botella. El problema es que había comido flan de vainilla y por eso es que el agua está un poco amarilla. Pero no se preocupe, que mi hermano tiene todas las vacunas al día… – explicó Martina con una sonrisa que apenas se percibía.

– Pero Martina, si sabías todo eso, ¿por qué me ofreciste el agua? Ah, seguramente lo hiciste por venganza – acotó Daniel, quien se limpiaba la boca con la manga y miraba con asco sus brazos, hasta que Martina agregó algo inquietante…

– Profesor, no le dije porque en realidad no es agua, sino una muestra de pis de mi abuelo. Pero él está muy bien de salud justamente porque bebe su pis. A eso se le llama orinoterapia.

– ¡Pero qué asco es esto, Martina! Te acusaré con tus papás cuando vengan a buscarte – dijo Daniel muy molesto.

Entonces Martina aclaró la situación:

– No se moleste profesor, ¡es solo una broma!

La sonrisa finalmente volvió al rostro de Daniel y todos se destornillaron de la risa. Luego de eso pudieron comenzar la clase.

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Luis Eduardo Vivero

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