Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET)

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Raúl de Tapia: ‘Volar sobre ideas, nubes y aldeas’

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Raúl de Tapia es biólogo, director de la Fundación Tormes-EB y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). También es un colaborador habitual del programa ‘El bosque habitado’ de Radio 3 bajo el seudónimo de Raúl Alcanduerca. Una de sus últimas intervenciones en este programa radiofónico (al que hemos galardonado con un Premi Ones Mediterrània) se titula ‘Volar sobre ideas, nubes y aldeas’. Si queréis leer más intervenciones de otros autores, lo podéis hacer en la página de Facebook de ‘El bosque habitado’, aunque nosotros lo que realmente os recomendamos es que escuchéis el programa atentamente.

‘Volar sobre ideas, nubes y aldeas’

A medida que asciendes en altura, todo se minimiza. La gran urbe pasa a perderse en el paisaje. Comienza la sintonía de las texturas y la mirada es de grulla migrante. Los valles se hunden en las sombras y su claridad se alterna con lana de nubes y penillanuras.. Ascendemos sobre el otoño de los álamos, por encima de los leonados estratos de arcillas y calizas.

Aquí arriba Bangladesh, Bruselas o El Cairo son aldeas, como las que habitan los bosques de las sierras y mesetas, de las montañas y acantilados. Pensar a lo grande se antoja aldeano, pensar como aldeano se antoja muy grande. Todo es una cuestión de escala, lo vivo ya solo son comunidades verdes, vegetación donde no hay individuos donde se arrojan preguntas sinceras… ¿Cómo nos alimentan las otras vidas? ¿Cómo nutrirnos los aldeanos sin causar daño?

Sin recibir respuesta veo ahora el agua embalsada en charcones de miles de fanegas. Agua desfigurada y mentida, como manchas del Test de Rorschach. A pocos segundos se hace presente en columnas vertebradas y mínimas. El curso de dos ríos que se encuentran sugiere un cruce de senderos, la y griega de dos caminos licuados.

A tramos la niebla lo cubre todo, la niebla que cien paisajes crea quiere que pensemos a ciegas. Entre “aguanubes” somos una aldea global. Deslocalizada y deconstruida para negros, blancos y amarillos. Sobrenadan palabras aprendidas y practicadas: comunidad, fraternidad, sostenibilidad… vocablos en vías de extinción o expansión; unas en negrita, otras en cursiva y muchas buscando crecer y convertirse en mayúsculas.

No percibo el oxígeno del bosque a 40.000 pies de elevación, pero sé que está ahí entre blancos y azules. Se levantan los nimbos como copas de haya, sobre un dosel aéreo que fue oxígeno e hidrógeno arbolado. ¡Cuántos metros cúbicos de transpiración y pensamiento! ¿Cuántos necesitaremos para dar de beber a nuestras aldeas y sus cultivos?

En las pizarras de la noche se encienden antorchas por miles, constelaciones humanas perdidas entre los vellones. Hemos raspado la oscuridad de ejes cartesianos. Los ángulos codificados de incandescencias dan todas las formas posibles, encumbran alfileres de brasas en la noche. ¿Serán una oda a la energía en esta aldea global? Antes del descenso escribo en el cuaderno: ¡Qué insignificantes somos para las aves! Ni siquiera paisaje en su vuelo.

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Raúl de Tapia

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