La segregación es una cultura e impregna el instinto. La reacción ante lo diferente es compulsiva, irracional. Como la del yanqui que desprecia al musulmán por identificar en él a un terrorista potencial; del judío sionista en relación a los árabes; del blanco racista frente el negro; del cristiano homofóbico ante un homosexual.
Esa cultura nefasta impregna también a gobiernos e instituciones. Llega a ser atávica, inconsciente. La familia dice que no es racista, hasta el día en que la hija, blanca, rubia, de ojos claros, les presenta a su novio negro…
Un caso reciente fue la obstrucción del vuelo de Evo Morales, desde Moscú hasta La Paz, en julio de este año. Suponiendo que a bordo iba el joven Edward Snowden, que reveló cómo los servicios secretos estadounidenses espían en el mundo, los EE.UU. convencieron a Francia, Italia, Portugal y España de que impidieran la escala técnica en sus territorios, obligando a la aeronave a aterrizar en Viena, donde fue revisada.