Joaquín Araújo es un conocido naturalista, periodista, escritor, director editorial y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). En su artículo de hoy (publicado originalmente en su blog del diario ‘El Mundo’) Araújo nos habla del mes de abril, de la llegada de la primavera y de cómo eso nos afecta a todos de manera muy positiva. ¡Menuda dosis de alegría!
‘Abril canta’
Acaba de suceder. No menos del 75 % de nuestra sociedad ha estado en contacto con aires, aguas, horizontes, bosques y playas. Cuando la semana santa es abrileña y no llueve sucede que sea norma lo que casi nunca lo es. Han quedado abiertas, de par en par, las puertas de la Natura. Algunos han tomado grandes dosis de espontaneidad, han recorrido raros y alejados senderos, han subido montañas y bajado ríos. Incluso dirán que han descansado, recargado, no las pilas, sino sus posibilidades de sentir a los paisajes como una de las mejores compañías. No puedo por menos que alegrarme que es, por cierto, lo que mejor sabe hacer abril. Porque estamos en el momento de la efervescencia de las principales ofertas de la vivacidad. Llegan los amontonamientos, sin desorden, de los colores. Los tímpanos quedan embadurnados de todos los zumbidos y aleteos, de todos los cantos y las estridulaciones. Sumemos que al paladar y a las pituitarias pueden acudir otros centenares de estímulos para los sentidos y tendremos muy pocas dudas de lo que estas semanas hacen con todo lo que realmente importa. Abril es sanatorio, farmacia, maternidad y unidad de cuidados intensivos, no solo para nosotros, sino también y sobre todo para los aires y las aguas, para los suelos y todo lo que sobre ellos crece.
Ser testigos de todo ello es privilegio. No menos la forma más grata y gratuita de que el tiempo no productivo, ni práctico se convierta en lo que más necesitamos ahora mismo, tanto la humanidad como su continente, el planeta.
Acaso la alegría de este abril se me contagia en demasía y me paso a un descarado optimismo, a una ingenuidad que creía extraviada en esa maraña que es el tiempo perdido. Pero contemplo esta última semana como oportunidad para que al menos un 10 % de los que dejaron que la primavera les susurrara algo, escucharon lo que están proclamando sin descanso, ahora mismo, todos los paisajes y sus inquilinos.
Nos recuerdan algo así como que nada tiene tanto sentido como que nuestros sentidos sientan lo que los creó, es decir toda esta marejada de sensaciones. Sin olvidar que los máximos posibles de belleza se dan, como sucede en primavera, cuando domina la pasión. En abril todos quieren encontrarse con todos, la atracción sexual respinga más que la hierba, hasta el entero panorama se gusta a sí mismo. Es que todo, sin prisas, se dedica a la mayor destreza de la historia de la vida: ¡¡volver a empezar!!
GRACIAS Y QUE LOS CANTOS DE ABRIL OS HAYAN ATALANTADO
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Joaquín Araújo