Luis Gonzalo Segura es un exmilitar, escritor y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). Pese a haber sido expulsado del ejército por sus denuncias, sigue con su cruzada para hacer de las Fuerzas Armadas una institución más justa, moderna y digna. Una de sus armas es su blog ‘Un paso al frente’, en el que escribe artículos de denuncia que destapan las miserias del ejército. Hoy recuperamos uno de sus últimos escritos, en el que nos habla sobre cómo la guerra es un infierno para unos y, a la vez, un negocio redondo para otros. Imprescindible leerlo para entender cómo funciona el mundo en el que vivimos…
‘El infierno sirio es un gran negocio’
La situación en Siria sigue empantanada. Fatah Al-Sham (la antigua Al-Nusra, muy cercana a Al Qaeda y al Estado Islámico, aunque ha tenido confrontaciones con ambos) recibe nuestras armas, provisiones y dinero (por medio de Arabia Saudí y Qatar), las cuales les llegan desde Turquía. Por tanto, gracias a nuestro apoyo resisten, atacan con éxito a las tropas sirias y alargan la guerra… y el número de muertos, refugiados y desplazados… y los beneficios de la industria armamentista mundial.
El gobierno sirio unido a los iraníes, libaneses y rusos sigue cercando Alepo, pero no parece tener la suficiente capacidad como para terminar con los rebeldes, no al menos a corto plazo mientras sigan siendo armados, financiados y aprovisionados. Se habilitaron a finales de julio hasta cuatro corredores humanitarios para huir, pero la ONU y Estados Unidos se mostraron contrarios a esta iniciativa.
En mitad de toda esta carnicería, Médicos Sin Fronteras se encuentra sumergida en la más absoluta desesperación porque los bombardeos no les dan ni un respiro. Tanto los hospitales como los colegios son las víctimas preferidas de unos y otros. Los médicos afirman que la situación es tan desesperada que ahora solo pueden decidir quiénes pueden vivir y quiénes no, abandonando a heridos que de otra forma podrían haber salvado su vida.
La ONU ha solicitado a Rusia y Siria que dejen de bombardear los hospitales porque ya son 44 los centros sanitarios atacados en toda Siria, y ha denunciado ataques con gas cloro y barriles de bomba. En los últimos días, treinta personas han muerto en Al Raqa también por bombardeos rusos o sirios, aunque estos niegan.
En Millis hace solo unos días fallecieron trece personas en otro bombardeo a otro hospital de Médicos Sin Fronteras, lo que suman un total de 37 muertos y 466 heridos en los dos hospitales de esta organización en la provincia en lo que va de año. Una catástrofe.
Aunque alguno pudiera pensar, al informarse en los medios de comunicación, que Occidente no tiene nada que ver con atrocidades como bombardear civiles, hospitales y colegios, convendría recordar que los muertos en Siria debido a los bombardeos de la coalición ascienden a más de 5.400. Una monstruosidad. Tanto Alepo como el norte de Idleb también están siendo bombardeados por la coalición, lo que complica saber quién es el verdadero responsable de muchos crímenes.
Rusos, sirios y occidentales bombardeando civiles, hospitales y colegios mientras nuestros aliados, los rebeldes moderados (los antiguos amiguitos de Al Qaeda, esos que derribaron las Torres Gemelas), reciben nuestras armas por medio de otros que también son nuestros aliados (turcos, sauditas y qataríes). La idea es que el infierno sirio no termine nunca o, por lo menos, que se alargue hasta que nuestros bolsillos estén llenos.
La frontera turca
Lo de la frontera turca, miembro de la OTAN, es un caso de estudio. Es permeable e impermeable a la vez. El petróleo para Occidente y las armas para Fatah Al-Sham transitan con fluidez a plena luz del día a pesar de su frecuencia y abundancia, pero los refugiados son repelidos aunque intenten cruzarla solos y en mitad de la noche.
¿Cómo puede ser que Europa y Occidente no se replanteen el conflicto sirio y la expulsión de los refugiados?
Pensemos en España y Pedro Morenés, por ejemplo. Las ventas de armas españolas a Arabia Saudí no paran de crecer, semestre a semestre, rompiendo todos los récords (447,6 millones de euros en el primer semestre de 2015) y lo hacen sin el más mínimo escrúpulo por lo vendido (proyectiles de artillería, bombas o granadas por 24,2 millones en ese mismo semestre en el que Arabia Saudí estaba bombardeando Yemen y el conflicto sirio ya era un infierno).
Este mes, por poner otro ejemplo, EE.UU. ha vendido 130 carros de combate Abrams, 20 vehículos blindados y otros equipos por valor de 1.150 millones de dólares, que se unen al sistema de misiles Patriot Avanzado con Capacidad-3 (PAC-3) que sumaron 5.400 millones de dólares el mes pasado. No es una excepción, en 2014 Arabia Saudí se convirtió en el mayor importador de armas del mundo con un gasto de 6.400 millones de dólares. ¿Casualidad?
El infierno para unos es un negocio para otros
La guerra de Irak costó más de 6 billones de dólares (tres billones a EE.UU. y otros tres billones al resto de participantes), ello contabilizando única y exclusivamente los gastos directos. En Afganistán, los cálculos oficiales, intencionadamente bajos, sitúan el coste de la guerra en 1,7 billones de dólares solo para EE.UU., lo que daría una estimación total de unos 3,5 billones de dólares si contamos a todos los países participantes. Es decir, ambos conflictos suman unos 10 billones de dólares sin contar los gastos indirectos y haciendo los cálculos a la baja.
La vida y el futuro de los refugiados cotiza en el mercado actualmente a unos 6.000 millones de euros.
Por tanto, las cifras son claras; Guerras de Irak y Afganistán, 10 billones de dólares; compra de armas de Arabia Saudí a EE.UU. unos 6.400 millones de dólares al año; y expulsión de los refugiados, unos 6.000 millones de euros.
Este es el gran negocio de los 65 millones de desplazados en el mundo, niveles que no se alcanzaban desde la II Guerra Mundial, y este es el infierno del que proceden los refugiados y al que les condenamos a regresar con nuestro genocidio… Pero ¿qué importa todo esto si la pretemporada de fútbol ya ha comenzado?