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Espiritualidad y religión

ciencia espiritualidad 1Por Frei Betto

Del 1 al 4 de mayo participé en el Encuentro Nacional de Juventudes y Espiritualidad liberadora, que reunió a cerca de 400 personas en Fortaleza, la mayoría menores de 30 años. La noticia triste fue la transvivenciación, en Goiãnia, el día 2, de Dom Tomás Balduino, obispo dominico defensor de los indígenas y de los sin tierras.

Hay ahora una búsqueda difusa de espiritualidad. Pero los sedientos no encuentran con facilidad el camino del pozo de Jacob (Juan 4).

 

Hasta el surgimiento del Cristianismo las religiones se quedaban en unos límites étnicos, culturales y territoriales. El apóstol Pablo universalizó la propuesta de Jesús, extendiéndola a todos los pueblos aunque sin renunciar a sus identidades culturales.

¿Por qué espiritualidad y no propiamente religión? Espiritualidad y religión se complementan pero no se confunden. La espiritualidad existe desde que el ser humano apareció en la naturaleza. Las religiones son recientes, datan de 8 mil años.

La religión es la institucionalización de la espiritualidad, como la familia lo es del amor. Hay relaciones amorosas sin constituir familia. Y hay quien adopta una espiritualidad sin identificarse con ninguna religión. Incluso se da una espiritualidad institucionalizada sin  ser religión; como es el caso del budismo, que es una filosofía de la vida.

Las religiones, en principio, debieran ser fuentes de espiritualidad. En general la religión se  presenta como un catálogo de reglas, creencias y prohibiciones, mientras que la espiritualidad es libre y creativa.

En la religión predomina la voz exterior, la de la autoridad religiosa. En la espiritualidad la voz interior, el ‘toque’ divino.

La religión es institución; la espiritualidad es vivencia. En la religión hay disputa de poder, jerarquía, excomuniones, acusaciones de herejía. En la  espiritualidad predominan la disposición de servicio, la tolerancia para con la creencia (o la increencia) ajena, la sabiduría de no transformar lo diferente en divergente.

La religión culpabiliza; la espiritualidad induce a aprender con el error. La religión amenaza; la espiritualidad anima. La religión refuerza el miedo; la espiritualidad la confianza. La religión da respuestas; la espiritualidad suscita preguntas. Las religiones son causa de divisiones y de guerras; las espiritualidades, de aproximación y respeto.

En la religión se cree; en la espiritualidad se da vivencia. La religión nutre el ego, y una se juzga mejor que otra; la espiritualidad trasciende el ego y valora todas las religiones que promueven la vida y el bien.

La religión provoca devoción; la espiritualidad, meditación. La religión promete la vida eterna; la espiritualidad la anticipa. En la religión Dios, a veces, es sólo una idea; en la espiritualidad es experiencia inefable.

Hay fieles que hacen de la religión un fin. Ahora bien, toda religión, como lo sugiere la etimología de la palabra (religar), es un medio para amar al prójimo, a la naturaleza y a Dios. Una religión que no suscita amorosidad, compasión, cuidado del medio ambiente y alegría, sólo sirve para ser echada al fuego.

Hay que tener cuidado para no tirar el agua del baño con el niño bañado. El desafío es reducir la distancia entre religión y espiritualidad, y ser precavidos para no abrazar una religión vacía de espiritualidad ni una espiritualidad solipsista, indiferente ante las religiones.

Hay que hacer de las religiones fuentes de espiritualidad, de práctica del amor y de la justicia. Jesús es el ejemplo de quien rompió con la religión esclerotizada de su tiempo, y vivió y anunció una nueva espiritualidad, alimentada en la vida comunitaria, centrada en la actitud amorosa, en la intimidad con Dios, en la justicia para con los pobres, en el perdón. De esa espiritualidad resultó el Cristianismo.

El fiel que practica todos los ritos de su religión, que acata los mandamientos y paga el diezmo pero al mismo tiempo es intolerante con quien no piensa o cree como él, puede ser un excelente religioso pero carece de espiritualidad. Es como una familia desprovista de amor.

La espiritualidad debería ser la puerta de entrada de las religiones.

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