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Misiones y petróleo en Ecuador

Mientras dios entraba, el monstruo de las petroleras ya está viviendo entre la selva.

La segunda Guerra Mundial no mato al aviador estadounidense Nate Saint, pero si los indígenas Waoranies de la amazonia Ecuatoriana. Este evento lo convertiría a él y a cuatro hombres más en el símbolo más inspirador para los evangélicos-cristianos norteamericanos. La noticia de sus muertes inundo la prensa y fortaleció el argumento de los EEUU de invertir dinero en las misiones en todo el mundo.

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La cadena de sucesos inicia antes de 1920, cuando ingresa en territorio de selva Ecuatoriana la Compañía Petrolera Royal Dutch Shell. Con el ingreso de operadores o profesionales para la exploración hubieron varios muertos por parte de las tribus que rápidamente fueron etiquetadas como salvajes.

Viendo esta compleja situación se inicio lo que se llamaría como la Operación “Auca” que en Quicwa significa salvaje o enemigo. Esta consistió en la entrega de una concesión aérea en la misma zona de exploración de la Shell a cargo de unas familias cristianas. Entre ellos Saint, para que iniciaran la misión de contactar a las Waoranis, hacerse amigos y evitar que estos mataran a otras tribus y a los blancos.

Saint empieza a sobrevolar la selva y por radio avisar a su familia las coordenadas de los posibles lugares. Él logra el contacto de la tribu y envía regalos desde el avión en una cesta. En algunas ocasiones les gritaban palabras en su lengua para que se sintieran en familia y lograran la confianza. Después de varios días de dar y recibir regalos desde la cesta, el equipo decide aterrizar en una playa de arena del río. Lo que se dice es que después de compartir con algunos indígenas fueron muertos y tirados al río.

Este intento por contactar a la tribu llamó mucho la atención en el mundo sobre todo a las comunidades interesadas en seguir evangelizando a los indígenas. Las mujeres de los cinco hombres, que de ahí en adelante fueron llamados misioneros o mártires, recibieron un gran apoyo para crear una fundación que luego se dedicaría a ingresar a las comunidades a enseñar la biblia, traducirla a la lengua materna, y a pacificar. Desde ahí se creo un mercado con el interés de divulgar la valentía de estos hombres en nombre de Dios. Surgieron varios libros, hasta la película A punta de Lanza.

Hoy el pueblo sigue llamándose Shell Mera y, en el, están aun las instalaciones de la petrolera, la casa de los misioneros, que ahora es Museo, hay un batallón del ejercito, un aeropuerto para las avionetas y sus diferentes empresas entre ellas Mission Aviation Fellowship que cambio su nombre a Alas de Socorro del Ecuador como estrategia ante la presión de los gobiernos que cambiaron la legislación para proteger a las etnias de las evangelizaciones.

Hoy siguen sobrevolando la amazonia con 20 misioneros. Aun así muchos lideres étnicos se han preparado en derechos humanos y están rechazando su presencia. Muchos ya son creyentes y tal vez la evangelización se pueda controlar, pero todos saben que mientras eso pasaba, mientras dios entraba, el monstruo de las petroleras ya está viviendo entre la selva.

Artículo escrito por Paola Jinneth Silva, miembro de la RIET 
Publicación original en este enlace

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