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Ernesto Sosa Rocha: ‘El riesgo de las aspas de los aerogeneradores eólicos en desuso’

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El cirujano dentista, escritor y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET), Ernesto Sosa Rocha, sigue demostrando artículo tras artículo sus ganas de luchar por el medio ambiente tanto en su ciudad, Mexicali (la más contaminada de México) como en todo el planeta. Sosa Rocha nos explica hoy uno de los problemas medioambientales que podemos tener en un futuro cercano si no buscamos una solución: ¿qué hacemos con las aspas de los aerogeneradores eólicos en desuso? El mexicano expone algunas soluciones que evitarían un conflicto que jamás debe producirse, porque estamos a tiempo de evitarlo.

‘El riesgo de las aspas de los aerogeneradores eólicos en desuso’

Las palas o aspas de los aerogeneradores en desuso o al final de su vida útil -entre 1.500 y 2.000 en España- se están almacenando en vertederos incontrolados, con el consiguiente riesgo a una combustión que libere las sustancias tóxicas de las que están hechas y generen un impacto en la salud y el medio ambiente.

Si las palas se depositan junto a un bosque y un incendio forestal, fortuito o provocado, las quemara, la combustión de esas aspas compuestas por fibras de carbono y de vidrio, reforzadas en algunos casos con poliéster, generaría químicos peligrosos y muy contaminantes para el medio ambiente y el hombre, según ha explicado en una entrevista con EFE Félix A. López, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Las palas de molino o aerogeneradores en desuso son residuos emergentes (nuevos en el mercado) y por tanto todavía no existe una directiva europea específica que las catalogue como residuos peligrosos o tóxicos o inertes, lo que favorece el vacío legal en torno a ellas.

En este contexto, López ha señalado que el CSIC está trabajando en un proyecto de reciclaje, ralentizado por la ruina del sector eólico en particular y la crisis económica en general, que concluirá en un máximo de dos años y que permitirá recuperar las fibras y transformar en energía las resinas y otros constituyentes.

De momento -ha añadido el investigador- en Europa aún no se puede hablar de soluciones a este problema que establezcan estrategias para la gestión, reciclado o reutilización de los componentes de las palas. España, la tercera potencia en el mundo y la segunda en Europa en producción de energía eólica por detrás de Estados Unidos y Alemania, mantiene una producción repartida entre 766 parques eólicos de 15 comunidades autónomas, en las que Castilla-La Mancha, Castilla y León y Galicia aportan más del 50% de la producción.

 A este respecto cabe señalar que el parque eólico español, los primeros aerogeneradores del cual datan de 1997, está constituido por 17.000 generadores, lo que suma un total de 51.000 palas, de las que unas 1.500 o 2.000 se encuentran a día de hoy averiadas o en desuso. Actualmente, el destino de estas palas, sin una legislación que lo defina, hay que buscarlo en almacenes y depósitos localizados en las inmediaciones de los grandes parques eólicos repartidos por casi toda la península. López ha matizado que es probable que “alguna empresa gestora de residuos las recojan, las trituren y las lleven a un vertedero de residuos inertes o peligrosos”, pero no se conoce exactamente la trazabilidad de una pala.

Además, los parques eólicos están situados generalmente en lugares inaccesibles y el transporte de una pala por una empresa gestora más la trituración de la misma tiene un coste que varía entre los 4.000 y 5.000 euros, precio que a veces es complicado de asumir. Estas palas miden entre 45 y 48 metros, se pueden averiar bien por fenómenos meteorológicos adversos como los rayos, bien por choques de aves o simplemente porque han llegado al final del ciclo de su vida, unos 15 años dependiendo de diversos factores, lo que haría imprescindible su sustitución.

Es por eso que el Consejo Superior de Investigaciones estima que en España y en un período entre 2017-2025, alrededor de 1.500 aerogeneradores (4.500 palas) equivalentes a una potencia instalada de aproximadamente 2128 MW, e instalados en el período 1997-2000, habrán llegado al final de su vida útil. “Durante ese período de tiempo se calcula que se producirán alrededor de 21.000 toneladas de materiales compuestos que habrá que gestionar”.

Ahora trasladándonos a México, principalmente en la sierra de La Rumorosa, B.C., es claro que en un futuro se llenará de aerogeneradores, por lo que ya debemos ir previniendo este futuro problema ecológico. Buscar un vertedero especial de palas o hélices de aerogeneradores eólicos lejano y con un buen manejo de estos residuos no se provocaría ningún problema ambiental.

En Rotterdam, Holanda, instalaron un parque infantil con materiales reciclables, y muchos de los materiales utilizados son las palas o aspas de abanicos eólicos desechados. Ahora que nuestras sierras bajacalifornianas están plagadas por un gran número de compañías generadoras de energía eólica, necesitamos ir tomando en cuenta cómo solucionar ese problema antes de que se produzca y no actuar cuando ya esté presente.

Ernesto Sosa Rocha

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