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Joaquín Araújo: ‘¿Se seca también la inteligencia?’

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Joaquín Araújo es un conocido naturalista, periodista, escritor, director editorial y miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). En su artículo de hoy (publicado originalmente en su blog del diario ‘El Mundo’) Araújo nos habla sobre la sequía y los efectos negativo que tiene para el ecosistema. Pero ojo, que Araújo no se refiere sólo a la sequía de agua, sino también a la sequía de la inteligencia humana…

‘¿Se seca también la inteligencia?’

Los humanos somos, en no pequeña medida, lo que sabemos, pero hemos decidido no acordarnos de recordar. Aparcamos en el más vasto descampado, el del olvido, nuestros conocimientos más cruciales. Por ejemplo el de que somos seres vivos en medio de la vida, esa que debería olvidarnos ya que la mayoría de los humanos la olvidan y demasiados la desprecian. Este pesimismo resulta insoslayable cuando llegan malas rachas climáticas como la que ha convertido en caldera un NO final del verano. Al calor se suma una severa sequía y las llamas. Incendios, incesantes incendios,  que nos han robado millones de árboles.

A pesar de todo lo mencionado constatamos que para nada se está aplicando lo que sabemos sobre la gestión y uso del agua. Conocimientos que parecen haber ardido junto con nuestros bosques. ¿Se ha secado también la inteligencia, cuyo principal cometido es anticiparse? Prever, pues, a bordo de la experiencia acumulada, los posibles desastres del futuro. Parece claro que no.

La sequía es maestra y escuela al mismo tiempo. Toda dificultad, de hecho, enseña la cada día más precisa asignatura. Me refiero a la austeridad, el uso comedido de lo dado y de lo conseguido. Mantener lo ahorrado durante el mayor tiempo posible.

Crucial, insisto, aplicar lo que sabemos para encarar, en estos momentos, lo que afecta al bienestar de casi todos y a la supervivencia de los paisajes y sus inquilinos naturales. Pues bien en lugar de estar instando a un moderado uso de nuestras reservas hídricas ha sucedido todo lo contrario. El verano con todas sus avalanchas ha vaciado en demasía los embalses. Recordemos que el turista usa cada día el triple de agua que el lugareño; que han sido más los riegos a lo cultivado, el calor lo exigía; que tanto incendio también precisó muchos millones de litros de agua  y que casi todos se dieron varias duchas diarias. Nos hemos quedados sin las reservas que estaban francamente bien tan solo hace tres meses. Es más, demasiados manantiales han dejado de serlo. La ganadería más sedienta a menudo debe ser asistida con camiones cisterna.

En suma que, en lugar de despilfarrarla como si nos sobrara, deberíamos estar proponiendo, al menos con campañas de sensibilización, el moderar el consumo de agua.

GRACIAS Y QUE LA VIDA OS ATALANTE Y, SOBRE TODO QUE NO SE NOS ACHICHARRE.

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Joaquín Araújo

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